El artículo «La colección de cerámica colonial del convento jesuítico de Tucumán, algunas observaciones sobre las fotos de archivo» ha sido escrito por Daniel Schávelzon durante el año 2012. Se complementa con la correspondiente galería de fotografías.
Hace pocos meses pude hacer un recorrido por Tucumán donde hay varios trabajos arqueológicos nuevos y rever los museos históricos, algunos de los cuales han cambiado no sólo en su construcción si no también en la exhibición de los objetos que poseen. Esto me permitió notar que gran parte de lo existente en el Museo Histórico Nicolás Avellaneda y hallado en el convento jesuítico -lo que ahora es el Convento de San Francisco-, ya no se exhibía y a nuestra consulta no pudo ser ubicado. Y dado que es una colección realmente notable aun hoy en día aunque haya sido excavada sin controles estratigráficos, sigue siendo de utilidad comparativa para explicar otras cosas o verlos completos.
Durante el año 1980 se había descubierto por casualidad que un local ubicado en la calle 25 de Mayo, en pleno centro de la ciudad, tenía en el galpón del fondo un conjunto de paredes antiguas que correspondían al convento colonial que allí había sido recortado y vendido en fecha no claramente establecida.
Por suerte quienes identificaron esto actuaron de inmediato: se logró excavar el piso haciendo un hallazgo más que interesante sobre los sistemas higiénicos coloniales y que dejaron visible durante 1982, varios muros con ventanas tapiadas y un conjunto de objetos que pasaron a formar parte del museo histórico de Tucumán en donde, al menos una parte de ellos, se puso en exhibición [1].
Al parecer nada fue sencillo y gran parte de la historia de este descubrimiento y lo actuado hasta declararlo Monumento Histórico Nacional en 1984 ha sido narrado con detalle [2]. Asimismo las letrinas bajo el piso fueron excavadas aunque sin una mirada arqueológica si no simplemente de recuperar el lugar lo más rápidamente posible –tampoco había un arqueólogo que le interesara o supiera como actuar en un sitio histórico en esos años-. Y se guardaron los objetos más significativos para luego “restaurarlos” pegándolos con yeso de una forma absolutamente primitiva que duró poco en exhibición. Las fotos y la descripción de lo encontrado ha sido subida a Internet hace poco por Sara Peña y el funcionamiento de los restos de las letrinas ha sido explicado en publicaciones por Gómez.
Durante estos años hemos logrado así tres grupos de fotografías que nos fueron gentilmente donadas por Roque Gómez, quien encontró los objetos, los registró (fotos de 1980) y numeró, por Alberto Nicolini (en 1982) y finalmente Pablo Willemsen (en 1994) hizo un viaje con el propósito de volver a fotografiar a color toda la colección para usarla en nuestro Catálogo de cerámicas históricas del Río de la Plata (Schávelzon 2001). Para ese momento las mayólicas de Triana [3], tal el nombre que le dimos, no habían sido identificadas salvo un artículo corto con fragmentos de Puerto Rico por lo que necesario este trabajo ya que era la mejor colección que había en el país pese a su tremendo estado de conservación [4].
Resulta interesante rever esta colección ya que gran parte ha sido sacada de exhibición y da información que no era accesible en su momento. Cuando fue excavada, Julián Cáceres Freyre, según dijera Peña, se expresó que se trataba de materiales “de los siglos XVII y XVIII”, lo que si bien es una generalidad aceptable no es exactamente así.
Lamentablemente no hay datos estratigráficos de los hallazgos pero es evidente que hay tres grupos de objetos de diferente cronología, que podrían llegar a ser dos, pero es difícil incluso.
Respecto a los objetos que pudimos conocer:
1) El grupo de los objetos más antiguos (siglos XVI y XVII): dos vasijas redondeadas de esmalte verde que posiblemente eran parte de las cosas que ellos mismos hacía allí o en otros sitios de la Orden; hay un par de manijas y fragmentos sueltos que parecen corresponden a vasijas similares; un único fragmento de mayólica de Sevilla del siglo XVI, de un blanco brillante y puro, y finalmente un fragmento de gres alemán, color gris con adornos circulares en azul, del que parece haber también sólo un fragmento. Por supuesto pudieron haberse arrojado mucho tiempo después pero su manufactura es del siglo XVII casi con certeza. Debió ser parte de la basura de los jesuitas. Al menos el único lebrillo hispano-indígena que apenas se ve en las fotos de conjunto debió ser de esta misma época
2) Los objetos de finales del siglo XVIII: se trata del grupo de mayólicas Triana, todos platos, de los que se exhibían en origen siete casi completos y un fragmento grande, con sus radiantes colores sobre una base de esmalte blanco. Son típicos de la segunda parte de ese siglo y los inicios del XIX.
3) Los objetos del siglo XIX medio o tardío: un tintero de gres inglés, platos de borde decorado hecho de loza inglesa, tres botellas de cerveza de forma sinusoidal, y posiblemente partes de porrón de ginebra y dos azulejos Pais de Calais.
4) Respecto a los vidrios hay de dos épocas: los soplados con la marca en la base, en su mayor parte vasos y las copas ya de producción industrial temprana. Es posible que todo corresponda a la segunda y tercer época no habiendo vidrios del período colonial.
En dos pequeñas pero excepcionales fotos tomadas a las vitrinas durante la primer exhibición en 1982 se observan otros objetos que no hemos podido ver: varios herrajes interesantes y muchos clavos forjados, todo de hierro, una posible botija cerámica, al menos un lebrillo del siglo XVI de cerámica de tipo indígena, varios grandes fragmentos de tinajas apoyadas en la parte inferior y otros objetos no bien determinados.
Suponemos que los objetos metálicos deben haber sufrido una oxidación muy rápida si no fueron tratados adecuadamente y quizás casi ya no existan. Los fragmentos de tipo indígena o hispano-indígena, al no tener decoración quizás no fueron suficientemente llamativos para una museografía preocupada por ese aspecto y por la integridad de los objetos. Si están guardados no hemos logrado ubicarlos ahora.
En forma sintética creemos que tenemos tres épocas: 1) la jesuítica, 2) la posjesuítica en el siglo a finales del siglo XVIII o inicios del XIX, lo que podría coincidir con el uso por los franciscanos del Colegio, y 3) una intrusión en el siglo XIX final quizás de cuando procedieron a rellenar y cancelar el sistema, hicieron la partición del convento para vender a particulares y pusieron agua corriente y desagües. Es llamativo que todos los platos Triana hayan sido diferentes en su decoración pero idénticos en su manufactura, mostrando que seguramente era la vajilla del refectorio.
Finalmente, sería de interés el reestudio de toda la colección si pudiera reintegrarse y estas fotos de diferentes años pueden ayudar a ello. Se encuentran en el archivo del Centro de Arqueología Urbana y lo que hemos incluido en estas notas son una muestra de lo existente y que consideramos como lo más significativo.
Referencias
- La directora de patrimonio en ese momento era la señora Sara Peña de Bascary, el arquitecto que se hizo responsable del rescate es Roque Gómez, a quien agradezco todo el material enviado en ese momento.
- Sara Peña de Bascary, Las ruinas jesuíticas de San Miguel de Tucumán, Revista de la Junta de Estudios Históricos no. 12, Tucumán, 2006.
- Logramos definirla en Daniel Schávelzon, La cerámica histórica en la Argentina, Cerámica y cristal no. 122, pp. 21-24, Buenos Aires, 1998.
- Catálogo de cerámicas históricas de Buenos Aires (siglos XVI-XX) con notas sobre la región del Río de la Plata, CD, Fundación para la Investigación del Arte Argentino y Telefónica, Buenos Aires, 2001