Artículo publicado en los Cuadernos de Arquitectura Mesoamericana, División de Estudios de Postgrado, Facultad de Arquitectura, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Número 6, noviembre de 1985.
This article deals with Structure Ia at the site of El Cedral (in Cozumel Island, Quintana Roo, Mexico), a small vaulted structure locally known as the «Cárcel» for having been used as the public jail of the nearby village.
Desde principios de este siglo, uno de los edificios mayas de Cozumel que llamó la atención de los mayistas fue el conocido tradicionalmente como «La Cárcel» o Edificio Ia del gran conjunto de ruinas de El Cedral. Esto fue debido a sus características constructivas, que lo emparentan más con la arquitectura clásica del Yucatán que con las obras tardías de la isla de Cozumel. Esto hizo que lo visitáramos y procediéramos a un estudio más detallado que los existentes hasta ese momentos (1).
Las ruinas del El cedral forman un grupo disperso a unos kilómetros de la costa, poco estudiado por cierto, sobre el cual se enclavó durante nuestro siglo el pueblo de igual nombre, polo de desarrollo en la isla, hasta que en los últimos años fue desplazado por San Gervasio por ser el puerto que lo unía al continente. La agricultura, que caracterizó al lugar, quedó relegada, y los habitantes buscaron trabajo en la nueva ciudad. Hoy sólo hay grupos de cabañas, una gran plaza, la iglesia y algunas otras obras menores dispersas entre los edificios prehispánicos. Justamente el edificio maya en cuestión, sin dudas un templo, fue aprovechado para utilizarlo como cárcel del pueblo, según supimos, desde 1935 hasta hace pocos años. Esto llevó a realizarle algunas obras modernas, como la colocación de puertas con su marco y otros arreglos menores.
El conjunto de las ruinas tiene un patrón disperso, con diversidad tipológica en su conformación, ya que hay templos aislados en grupos, plataformas con construcciones diversas y grupos de viviendas entre otros grupos, formando un caso peculiar en los patrones de asentamientos de la isla.
En la actualidad, llega hasta el lugar un camino asfaltado, aunque sólo son visibles las construcciones Ia y IIa, esta última totalmente destruida. En las casas cercanas se pueden ver restos de columnas cilíndricas y otros sillares de piedra provenientes de los antiguos edificios cercanos.
La estructura Ia (La Cárcel)
El sitio había sido estudiado y recorrido por muchos viajeros de la isla, pero fue William Holmes (1896-97) quien observó con más detenimiento este peculiar edificio, al que comparó con los templos mayas del Yucatán. Muchos años más tarde, el empedernido explorador yucateco, Miguel Angel Fernández (1947), lo describió con mayor detalle, lo midió y nos dejó observaciones importantes, ya que hoy esos detalles no existen. Los errores que suelen encontrarse en sus dibujos, son plenamente justificables, ya que los edificios estaban cubiertos por la vegetación y tuvo muy poco tiempo para trabajar en ellos. Fernández los ubicó cronológicamente como pertenecientes al período Clásico por el sistema constructivo, cosa que hoy podemos afirmar como cierta, si es que aceptamos su hechura en los finales del Clásico, tomando como extremos fechas entre el 800 y el 1200 d.C. Vale la pena aclarar que en el sitio hay restos de una ocupación que se remonta en el tiempo hasta el Formativo tardío.
El edificio la se encuentra elevado sobre una plataforma baja, de aproximadamente 1 metro sobre el nivel de la plaza y de la cual salía hasta hace pocos años, un sacbé que lo unía a la Estructura (4), ya destruidos ambos. Actualmente, la plataforma fue recortada por el frente para construirle un muro y una escalera. La plataforma fue continuada en partes ya no indentificables hacia el sur, para construir allí la nueva iglesia, la que quedó a escasos 2 metros del edificio prehispánico. Por los otros dos lados, este basamento está rodeado de grandes piedras irregulares, amontonadas allí al ser construida la plaza del pueblo (2).
El templo en sí mismo está sumamente destruido por fuera, ya que su revestimiento de sillares tallados fue retirado desde hace mucho tiempo para las obras modernas, dejando nada más que algunas de las hiladas inferiores. Mide actualmente en sus dimensiones máximas, 4.83 por 6.03 metros y su altura máxima exterior es de 3.00 metros. Una puerta colocada hacia el oeste sirve de acceso y dos pequeños huecos permiten la ventilación del interior, formado por dos cámaras paralelas abovedadas.
El sistema constructivo es lo más llamativo, ya que desentona con las construcciones más tardías en la zona; muros exteriores formados por grandes piedras escuadradas por la parte exterior y en forma de espiga en el interior, de tal forma que entran perfectamente en la mezcla de cal, arena y piedra chica con que se las une formando la mampostería central. También las bóvedas están realizadas con grandes piedras salientes, todo ello rasgos típicos del Clásico Tardío.
En la entrada le fue colocada una puerta moderna con su marco y para reforzarla, se construyeron dos pilares de mampostería de cemento que modifican bastante la fachada. Un enorme árbol cubre gran parte del edificio y sus raíces penetran hacia el interior, a tal grado que forman una masa sólida con el edificio. El estado general es de deterioro, el que es aumentado por los visitantes, que al entrar siguen desgastando el piso interior, amenazando ya con el desplome de algunos muros. De no tomarse medidas de protección, en pocos años se vendrá abajo gran parte de la construcción. En la actualidad, nada queda de lo que fueron sus fachadas, aunque según Fernández, éstas tuvieron una cornisa de tres partes en el remate superior y una moldura de atadura en el medio de la altura del edificio. Ya nada queda de ello.
Pero el verdadero problema se presenta ahora, cuando el edificio necesita una restauración urgente, ya que las grietas producidas por las raíces en el interior han despegado las paredes y la bóveda de la cámara posterior, amenazando con su colapso inmediato. ¿Qué habría que hacer con el maravilloso árbol que cubre la construcción?, ¿cómo podría restaurarse el edificio sin tener que reconstruirlo totalmente con piedras cementadas, aparentando el núcleo —ya que la reconstrucción sería una aberración total— sin transformarlo en una montaña de cemento? y, para mayor problema, ¿qué hay que hacer con la monumental iglesia? Alguien tendría que responder urgentemente, para lograr salvar esta verdadera ruina, tan poco común en Cozumel.
Los arcos de El Cedral
Durante nuestro recorrido por El Cedral tratamos infructuosamente de encontrar restos de alguno de los arcos conocidos desde el siglo pasado. La existencia de por lo menos dos arcos de los típicos yucatecos (como los de Kabáh o Uxmal) había sido reportada por William Holmes, quien encontró una plataforma de gran tamaño al sur del poblado formado por posiblemente cuatro construcciones alrededor de un patio. Dos de ellas eran arcos formados por dos muros exentos de piedra con sus bóvedas superiores, estucados y con restos de pintura. El mayor estaba en buen estado y Holmes realizó un dibujo de él, mientras que el menor estaba ya muy deteriorado. El conjunto había sido recientemente saqueado por los habitantes del sitio. Observó que el mayor estaba al noroeste del grupo, mientras que el otro estaba al otro extremo y conectado con uno de los edificios. La altura al intradós del principal era de unos 3 metros (3).
No hubo noticias al respecto por otros muchos años, hasta que Miguel Angel Fernández volvió a trabajar en la zona, encontrando uno de los arcos, al parecer el mayor de ellos, del que levantó una planta y un dibujo del sector mejor conservado. Por desgracia, no realizó mayores observaciones, aunque debió ser de los últimos que llegó a verlo de pie. Posiblemente, el menor ya había caído al suelo. Los pilares, según el dibujo, medían unos 3 por 1.50 metros y la altura coincide con la tomada por Holmes. No hay restos de molduras en el dibujo (4).
Con los años se realizaron los trabajos de las universidades de Harvard y Pennsylvania (5) que excavaron en esa misma plataforma, pero ya no pudieron descubrir restos de ninguno de los dos arcos. Es decir, que la pérdida del arco se produjo entre 1948 y 1972.
Daniel Schávelzon (*)
* Doctor en Arquitectura, UNAM. Director de Investigación de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires.
NOTAS
1. La bibliografía más importante es:
William Holmes, Archaeiogical Studies Among The Ancient Cities of México, Chicago, Field Museum, 2 vols, 1896/7;
Miguel Ángel Fernández, «Exploraciones arqueológicas en la isla de Cozumel», Anales del INAH, vol 1, 4a. época, pp. 107-120, México; 1947;
Jeremy Sabloff y William Rathje, Changing pre-columbian commercial systems; the 1972-193 seasons at Cozumel, México, Peabody Museum, Cambridge, 1975;
David Freidel y Jeremy Sabloff, Cozumel: late Maya Settlement patterns, Academic Press, New York, 1984. Nuestro trabajo fue realizado en agosto de 1984, resultado del cual ya se ha publicado en esta revista otro trabajo sobre las ruinas de El Caracol.
2. El único plano existente del sitio, muy esquemático por cierto, fue realizado y publicado por Freidel y Sabloff en la obra citada.
3. Holmes, op. cit. vol I, fig. 19.
4. Fernández, op. cit.
5. Sabloff y Rathje, op. cit. y Freidel y Sabloff, op. cit. que también incluyen una larga bibliografía.
6. Freidel y Sabloff, op. cit., fig. 171.