Artículo publicado en la Revista de la Escuela de Antropología, volúmen XII, correspondiente al mes de diciembre de 2006, de la Universidad Nacional de Rosario, Facultad de Humanidades y Artes, Escuela de Antropología, pps. 127 a 134, ISBN 978-950-673-594-4, Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina. Se encuentra disponible, a su vez, un acceso a una galería fotográfica de dicha colección.
Concepción del Bermejo fue una de las ciudades iniciales de la conquista del territorio argentino y sus evidencias materiales han sido sólo ligeramente estudiadas a lo largo del siglo XX. Si bien la existencia de este sitio era conocida desde el siglo XIX en que viajeros y exploradores llegaban allí y publicaban con asombro notas en los diarios de Buenos Aires, sólo fue entendida su significación cuando la curiosidad de Alfredo Martinet lo llevó a ubicar el sitio en relación al trazado de la ruta no. 95 en 1943. A partir de allí se hicieron las primeras excavaciones y se lo dio a conocer al mundo académico con una interesante polémica sobre si era o no la ciudad de La Concepción. En ella participaron Monseñor Alumni, Ana Biró, el mismo Martinet, Agustín Zapata Gollán, Nicanor Alurralde, Aldo Morresi que excavó el sitio y otros conocedores del tema de su tiempo, lo que ya ha sido narrado en la bibliografía (Morresi, 1971). La historia de estos estudios es muy similar a la de Santa Fe la Vieja y para la década siguiente el problema ya había sido resuelto identificando positivamente el sitio con esa ciudad. Es interesante, que al igual que en el caso citado, se resolvió el tema con el uso tanto de documentos históricos como de evidencias arqueológicas, lo que Morresi completó en la década de 1960, actitud poco habitual ya que antes se lo hubiera hecho sólo con documentos. Tras los trabajos de éste último casi nada se ha hecho por excavar en forma sistemática el sitio pese a que tiene muchas facilidades e instalaciones a cargo de la Universidad Nacional del Nordeste.
La intención de este informe es adelantar algunas observaciones hechas en la colección cerámica que posee el Museo A. Martinet de la Universidad Nacional del Nordeste, donde se hallan los objetos de las citadas excavaciones fuera de lo publicado por Morresi (1983) que muchas veces es poco claro en especial por la falta de nombres específicos para cada tipo cerámico ya que no había contactos con lo que existía en el resto del mundo en la materia. Hay que destacar que no hay referencias a la proveniencia de los fragmentos o las piezas completas, habiendo en el museo algunas que vienen de otros sitios de la provincia. Hemos revisado para esto toda la colección aunque hemos estudiado con mayor interés sólo la cerámica no local, ese es el límite de este trabajo y en ese momento la intención era compararla con lo que estábamos trabajando en Santa Fe la Vieja (Schávelzon, 1996) y en Buenos Aires (Schávelzon, 2001) (1). Los trabajos de Martinet fueron bastante simples y acorde a su tiempo aunque las excavaciones de Morresi fueron estratigráficas, controladas y registradas aunque sólo se haya conservado lo publicado, que no es poco.
En primer lugar es necesario destacar lo reducido de la muestra de cerámicas no regionales o locales. A diferencia de otros asentamientos contemporáneos la cerámica europea es muy poca, menos de dos docenas de objetos; esto puede deberse a lo reducido de las excavaciones o a otros factores, por ejemplo la extrema pobreza de la vida material en el lugar, precisamente uno de los factores de su abandono a principios de 1631-32 al decir de sus ocupantes. De todas formas la excavación de las casas de familias de mayor rango social, las iglesias o el Cabildo, seguramente darán muestrarios de esos materiales que permitirán ampliar los estudios sobre el tema. No es nuestra intención obtener deducciones de un muestrario parcial y sin proveniencia, sólo describir lo observado.
Para la descripción de este conjunto asumimos la antigua separación entre el material importado del producido local y/o regionalmente. Esta división parece coincidir bien con la habitual de carácter cultural: hispánica, hispano-indígena e indígena, pero es necesario aclarar que esta última separación nos resulta por ahora estrecha ya que deja fuera la porcelana oriental presente en esta colección y al menos un fragmento de mayólica posiblemente de Panamá, aunque puede ser peruana. Por lo tanto hablaremos de cerámicas «no locales» y «de tradición Mediterránea» para indicar este conjunto sin necesidad de darle a ese último término el concepto histórico que se le daba un par de generaciones atrás. Existen desde luego cerámicas de manufactura regional, es decir que si bien no son puramente locales se hallan dentro del territorio que los conquistadores ya habían establecido como propio y en el cual circulaban productos en forma habitual, como es el caso de una botija de Santa Fe la Vieja. En este caso es una vieja tradición europea aunque de manufactura regional.
Las mayólicas y otros materiales de tradición europea
La cerámica presente en el museo está conformada por varias mayólicas esmaltadas entre las cuales hay ejemplos de los tipos Columbia Liso (Goggin, 1968) del cual hay tres fragmentos de escudillas, un tortero de hilar hecho con ese mismo tipo y partes de dos pequeños platos, uno reciclado para una ficha. Muy semejante a esta cerámica hay una manija de lo que debió ser una jarra de cerámica Morisca, posiblemente Santo Domingo o Yayal, que presenta evidencias de exposición al fuego. El pequeño plato cuya utilización fue durante mucho tiempo un verdadero misterio, ya que ni las consultas al exterior pudieron resolverlo, fue explicado en una colección de Puerto Rico donde se los ha hallado en contexto con velas; es decir que son simples candelabros.
Entre las mayólicas hay varios ejemplos de Talavera Azul sobre Blanco que también fueron quemados hasta quedar de color casi negro, pero pese a eso se alcanza a observar la decoración de los bordes de platos y un buen fragmento de un centro con motivo naturalista.
El tercer conjunto lo conforman las botijas de aceite de Sevilla (Goggin, 1960; Marken, 1994) del cual se observan al menos un pico del siglo XVI y otro del XVII, hay varios fragmentos de los cuerpos de esas u otras botijas, todas alargadas y sin base; las marcas de torno están claramente indicadas y una de ellas, la más completa, posee una decoración en forma sinusoidal en el exterior.
De cerámicas de pasta roja —no mayólicas- de origen español, se encuentra entre los materiales exhibidos como provenientes de la excavación de un basural (Morresi, 1971:152) un fragmento de Lebrillo Verde (Deagan, 1987). Otras cerámicas vidriadas que se presentan en el libro de Morresi no han sido identificadas en el museo a excepción de un pequeño fragmento de menos de un centímetro, que presenta una cubierta transparente sobre pasta naranja cuya adscripción es imposible realizar pero que se asemeja mucho a productos tardíos de los siglos XVIII y XIX emparentados con El Morro, aunque para la bibliografía del Caribe pueden ser muy anteriores (Deagan, 1987).
Si bien no son europeas, hay expuestos dos fragmentos de porcelana China decorados en azul de cobalto bajo cubierta. Hay también un fragmento exhibido que no corresponde cronológicamente con la ocupación colonial del sitio ya que es una loza de borde decorado en azul hecha en Staffordshire, Inglaterra, de vidriado Pearlware, fabricada habitualmente entre 1780 y 1820 aunque su producción continuó hasta bastante más tarde, cerca de 1880.
Por último hay un pequeño fragmento de mayólica decorada en azul sobre blanco de pasta rojiza que presumimos que se trata de Panamá Polícromo de la primera mitad del siglo XVII, aunque por los conocimientos actuales bien puede provenir de Perú.
Algunas notas sobre lo hispano-indígena
Sin entrar a discutir el alcance último de este nombre, inscribimos aquí a las cerámicas que siendo de manufactura indígena presentan en mayor o menor grado formas, decoraciones o adaptación a funciones europeas. La variedad es enorme ya que el muestrario es grande y debió ser la cerámica más común en el sitio, al menos si aceptamos que las cantidades presentes son representativas. Hay que destacar algunos casos, entre ellos el del enorme recipiente pintado con motivos blancos ya muchas veces publicado y cuyo análisis soslayamos porque que existe un estudio sobre él (Morresi, 1983: 404-405). De todas formas, esta peculiar cerámica completa, que tanto le preocupó a su descubridor, es una forma típicamente europea, española, aunque en cerámica de manufactura local y decorada con motivos platerescos en forma de grotescos naturales y animales heridos; resulta interesante que esa ornamentación se repite en al menos otro objeto del sitio.
En el museo se hallan también varios candeleros muy similares —casi idénticos diríamos- a los hallados en igual temporalidad y función tanto en Santa Fe la Vieja como en Ibatín (Gramajo, 1971) cuya producción debe ser regional, hay una base de tinaja también regional transformada en colador (no aparenta ser un filtro tal como fue entendida) y que es única en el país y tinajas que imitan muy bien las botijas españolas. Al menos el pico de una de ellas parecería provenir de Santa Fe por la forma ligeramente cerrada en la parte interna.
Otros objetos observados son: dos posibles fichas redondeadas que miden 3,5 y 5,5 cm de diámetro, seis balas de mosquete hechas de cerámica y un tortero de hilar. Hay interesantes cerámicas Monocromo Rojo Bruñido con pintura blanca de motivos europeos y en Monocromo Rojo Pintado hay al menos cuatro excelentes escudillas. En este caso la similitud con lo hallado en otras regiones del país es notable, en especial Santa Fe (Ceruti, 1983) y nos lleva a repensar la tradicional aceptación de esa proveniencia para esta cerámica.
La presencia de un vaso campaniforme ha generado ya bibliografía: se trata de una cerámica cónica con cuatro aristas marcadas cuya función es aún poco clara; fue interpretada como un vaso por la similitud con objetos similares españoles, pero el tema sigue siendo un interrogante. Lo suponemos mejor como una simple tapa sin necesidad de rastrear su genealogía a Egipto y los babilonios (Laguzzi Rueda, 1971) como se ha hecho.
Otro grupo de cerámicas que presentan rasgos europeos son los llamados botellones. Se trata de cerámicas que han intentado imitar, de manera excelente debido al cambio de material, las botellas de vidrio españolas primero e inglesas luego. Recordemos que las coloniales eran siempre cuadradas, de paredes planas y paralelas entre sí con un pico muy corto y totalmente diferentes de las cilíndricas inventadas en el siglo XVIII. Este tipo de cerámica se asemeja al hallado por Martinet en el sitio La Brava sobre el río Bermejo (Colaso, 1999, comunicación personal) pero entre los fragmentos de Concepción hay bordes de esos botellones lo que indica posible contemporaneidad. El tema es complejo ya que la cerámica no es igual a la del sitio, lo que si bien puede significar que se la halla producido en otro lugar no por eso no pudo ser usada en Concepción. Al menos en el caso que ilustramos la similitud a una botella cuadrada colonial es demasiado obvia. En el caso de los botellones hechos en cerámica Monocroma Roja Bruñida la discusión es más compleja, ya que si bien están presentes en el museo no tienen un origen definido; en este caso tiendo a pensar en una semejanza con las llamadas cantimploras españolas del siglo XVI, aunque sabemos que etnográficamente han seguido siendo producidas en la región.
Para terminar con los recipientes hay que citar la presencia de varias ollas de Borde Evertido, con formas, dimensiones y decoración similar a las halladas en Buenos Aires y Santa Fe y fechadas para la misma época, ejemplos de cerámicas netamente indígenas aunque con formas no tradicionales, posiblemente adaptadas a formas de cocinar europeas (Schávelzon, 1991).
Posible fabricación de cerámicas en la región
En la colección del museo hay dos objetos que es necesario destacar pese a que provienen -según la inscripción en las piezas- de la localidad histórica de Esteco, por ende no deben ser de Concepción. Su importancia para el estado actual del conocimiento de la cerámica colonial en el país es notable ya que a la fecha sólo tenemos otro sitio en que hemos logrado identificar materiales de producción cerámica colonial vidriada, que es Alta Gracia en Córdoba (Schávelzon, 1999). Se trata de dos objetos usados en los hornos de cerámica para separar entre sí platos u otros recipientes al ser cocidos a los que se los conoce como separadores o patas de gallo («cockspur» en inglés) y representan una antigua tradición española (Lister y Lister, 1982). En este caso no sólo indican la fabricación de cerámica local con un tipo de horno no local, porque al menos uno de ellos tiene chorreaduras de vidriado verde oscuro lo que implica un tipo de trabajo muy peculiar y que era desconocido que se lo hiciera para su época. Abre varios interrogantes que habrá que profundizar en el futuro.
Una pequeña cabeza humana de figurilla, que abría también interrogantes y que fuera publicada (Morresi, 1983: fig. 15) no pudo ser ubicada, y era la intención compararla con las halladas en Santa Fe la Vieja.
La pipa con inscripciones
En la colección del museo existe una pipa fragmentada de cerámica, en la tradición indígena y claramente no europea, de la que queda sólo la boca y parte del tubo y que fuera excavada por Morresi (1971). Sobre su superficie posee un grabado y una inscripción poco legible, obviamente no en español, que la transforma en intrigante no sólo por su unicidad sino por la posibilidad de haberse intentado escribir lenguas indígenas locales con letras hispánicas, en este caso en guaraní. Realmente merece una atención detenida por especialistas. La figura parecería representar un corazón y un animal a su lado con cabeza de pato, atravesado por una flecha. Al compararlo con los dibujos de la gran vasija hispano-indígena que encontró Morresi, aunque está pintada en ese caso, el motivo en su esencia es el mismo: corazones y animales flechados. El resto de las pipas presentes en el museo son modernas aunque etnográficas, las publicadas por Morresi no ha sido factible ubicarlas.
NOTAS
1. Este estudio, solicitado por la Lic. Susana Colazo, está reseñado en Nordeste (Historia), 2ª. Época, N° 10, pp. 179-181, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional del Nordeste, Resistencia, 1999.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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GALERIA FOTOGRÁFICA
Se encuentra disponible una galería fotográfica en este sitio con una muestra de la mencionada colección de piezas cerámicas descriptas.