Africa en Buenos Aires: Descubrimientos Arqueológicos Recientes

África en Buenos AiresLa arqueología Argentina ha tenido un largo y profundo desarrollo en especial durante el siglo XX, pero lo que ahora llamamos arqueología histórica es un avance reciente; más aún lo es la arqueología urbana, preocupada por comprender las formas de vida del pasado de la ciudad, a través de su cultura material. Quizás por lo reciente, o quizás por deformaciones heredadas de la arqueología precolombina, nadie se había preocupado demasiado por la población africana en Buenos Aires. Los descubrimientos eran interpretados a partir de la dualidad polarizada en lo indio-blanco, dejando de lado al 30% de la población: los africanos.

Sabemos gracias a los estudios históricos que la población africana, Afro y Afro-argentina fue numerosa, tanto la residente en la ciudad como los miles que entraban a través del puerto para ser vendidos y transportados hacia Potosí, Chile y todo el interior del país. Si bien está demostrada la presencia africana desde el siglo XVI sólo fue en el siglo XVIII medio cuando el volumen de su presencia creció hasta superar no sólo a los indígenas sino a ser un tercio de la población urbana, con el mayor índice de crecimiento demográfico del país (Ravignani 1919). Por supuesto la variedad de orígenes era amplia y su organización en naciones es prueba de la heterogeneidad cultural: congos, benguelas, cafres y mandingas son sólo algunas de ellas que nos hablan de identidad y permanencia cultural más allá del tiempo y el espacio.La cultura Afro ha sido ya estudiada por la historia, centrándose en una serie de rasgos culturales muy peculiares como son la música y letra de sus canciones, sus bailes e instrumentos musicales, el papel social jugado por los afros durante la esclavitud y después de lograr su libertad y otros aspectos; incluso los coleccionistas han logrado recuperar conjuntos de objetos representativos. Pero la arqueología puede darnos una visión más amplia al interpretar las formas de la vida cotidiana a través de sus restos materiales. Preguntas como son qué comían?, cómo cocinaban?, usaban la misma vajilla y ceremonial de mesa que sus patrones?, reusaban lo descartado por otros?, se mantenían los rituales de magia en las casas de sus amos en la ciudad?, que usaban para hacerlos?. Estas y muchas otras preguntas se hacen presentes al excavar y comenzar a descubrir contextos y objetos que atribuimos a esa población que había permanecido invisible a la arqueología.El primer grupo de materiales identificados ha sido el relacionado con la magia, forma cultural trasplantada a América en la Diáspora y que es evidente que se mantuvo con fuerza. Es aún tema de estudio si fue aquí igual, semejante o diferente a las magias de origen de cada grupo africano o se construyó una forma de magia sincrética que unió a toda la población; lo que la arqueología revela es la presencia de algunos objetos asociados a ella y que son semejantes a lo observado en otros lugares del continente. Un muñeco vudú excavado junto a uno de los lagos de Palermo, donde por muchos tiempo estuvo la capilla de San Benito de Palermo, el santo de los pobladores negros, es buena prueba de esta continuidad cultural; otros objetos atribuidos a la magia son pequeñas piedras a veces pintadas de colores, sean cantos rodados naturales como otras pulidas con todo cuidado; asimismo hemos atribuido esta función a discos hechos con fragmentos de cerámicas rotas de diversos tamaños (Schávelzon 1998). Todos estos rasgos de cultura son también comunes en la arqueología de otros países del continente (Klingelhofer 1987, Watters 1994).Como segundo gran conjunto de objetos que hacen a otra forma de cultura claramente cargada de identidad, está la cerámica manufacturada con tecnologías, formas y para funciones claramente no europeas y no americanas. Por ejemplo se han hallado unas ollas de pequeño tamaño, hechas por el modelado directo de la pasta, con base plana y bordes evertidos, que siempre están muy manchadas de hollín por haber sido usadas para cocinar. Se trata de recipientes típicamente africanos que coinciden con una forma particular del comer directamente con la mano manteniendo caliente la comida durante todo el día (Ferguson 1992). Es obvio que el hacer cerámicas y usar en la forma ancestral, en plena ciudad de Buenos Aires, fue una actitud llena de fuerza contestataria a la dominación blanca y que muestra el poder de la identidad. Pero también vemos que esto fue poco común y hemos planteado en forma de hipótesis que otra cerámica, que desde hace años denominamos “Buenos Aires Evertido” -cuya manufactura atribuimos a los indígenas- haya sido en realidad una forma cultural que mestizó tradiciones y formas de uso y manufactura indígenas, blancos y afros.Otro conjunto de objetos cerámicos de gran presencia regional son las pipas. Si bien la tradición del tabaco es originaria de América -donde ya se fumaba en pipa- , la forma de fumar colonial es claramente europea para lo cual existían unas pipas muy diferentes a las indígenas. Europa desarrolló la pipa de caolín blanco, extremadamente fina y liviana, que gracias al material en que estaba hecha, su cazuela reducida y el orificio extremadamente estrecho -siempre menos de 2 mm- y largo, permitía que el tabaco llegara frío a la boca. Las pipas indígenas son diferentes y responden a tradiciones locales: por lo general son cortas fumándose directamente de la cazuela; sus formas , manufactura y decoración han sido ampliamente estudiadas. Pero las pipas atribuidas a lo Afro son diferentes: hay dos grandes grupos: las que posiblemente hayan llegado desde Africa y las que fueron hechas en la región. De las primeras hay una decorada con triángulos y puntos de color blanco hallada en un contexto Afro del siglo XVIII; de las segundas hay varias encontradas en diversos sitios de la ciudad; es interesante que son muy semejantes, casi idénticas a las provenientes de Uruguay, Brasil y de todo el resto del continente. Todavía hoy en día en el nordeste de Brasil se continúan usando estas pipas hechas a mano, aunque no sólo por los negros sino por toda la población de bajos recursos.El Buenos Aires, la costumbre de fumar no era exclusivamente masculina: las mujeres lo hacían en forma habitual y eso llamó mucho la atención. El cronista meticuloso de la ciudad que fue José A. Wilde escribió acerca de las lavanderas que trabajaban frente al río “provistas cada una de un pito o cachimbo, desafiaban los rigores de la estación [el invierno]” (1966:127). Un viajero francés de inicios del siglo XIX describió la escena con todo detalle: “Las lavanderas negras o mulatas más o menos oscuras, con la cabeza cargada con una gran batea en la cual llevan ropa y el jabón, se dirigen al río fumando gravemente su pipa” (D’Orbigny 1945:476).

Siguiendo con la cultura material Afro en Buenos Aires, en varias oportunidades se hallaron objetos cortantes que resultó imposible de entender en una primera lectura: valgan como ejemplos unos pocos huesos usados como instrumentos cortantes o de perforación en pleno siglo XIX, un cuchillo de palo, instrumento que hoy ha perdido su sentido original, y vidrios trabajados para ser usados como cuchillos. Todo esto nos habla de gente que no podía usar cuchillos de hierro, por prohibición expresa como indican muchos documentos de la época o por un nivel de pobreza tan tremendo que ni siquiera podían comprarlo.

También existen objetos que debieron ser parte de el adorno corporal, como colgantes tallados en hueso y madera; también se ha observado que la presencia de cuentas de collar azul pueden sido las preferidas (Stine, Cabak y Groover 1996) aunque no únicas.

Por último, existe aunque fuera de la ciudad, un sitio que nunca fue bien estudiado: Arroyo de Leyes, donde en la década de 1930 se encontró un asentamiento que tenía cientos de extrañas cerámicas tanto enterradas como en la superficie. Los primeros en estudiar este hallazgo lo interpretaron como del siglo XVIII (Furlong 1935) o como precolombino (Serrano 1934 y 1955; Outes 1935), e incluso hubo quienes publicaron las excavaciones con bastante detalle (de Aparicio 1935). Las cerámicas eran muy burdas, modeladas en formas de extraños animales, cabezas humanas superpuestas, figuras grotescas y algunas mostraban indígenas y hasta europeos. Pero el escándalo se desató cuando se demostró que en el sitio vivía una familia que fabricaba cerámicas (las falsificaba?) semejantes a las enterradas (Frenguelli 1937; Carbajal 1938), con lo que todo el descubrimiento fue descalificado, las cerámicas se retiraron de los museos e incluso gran parte fue destruida. Nunca más a nadie se le ocurrió volver sobre el asunto.

Ahora, medio siglo más tarde, es posible pensar que se trataba de un asentamiento y cementerio Afro del siglo XIX –si no anterior-, por lo que las cerámicas eran absolutamente diferentes a todo lo que la arqueología conocía; es cierto que no eran precolombinas, ni étnicas en el sentido indígena. Pero sí había en la zona una familia de ceramistas que aún mantenía viva la tradición, o que podía revivirla, no se trataba simplemente de una falsificación que descalificaba todo, si no de un tema aún más apasionante para estudiarlo. Nadie siquiera los entrevistó ni estudió. Es posible pensar que ese asentamiento estaba produciendo en cerámicas rostros grotescos en la mejor tradición de la costa de Ghana, y hay que destacar la impresionante similitud con las Vudú Vassels del sureste de Estados Unidos de la misma época (Burrison 1978; Vlach 1990; Jamieson 1995). No hace falta decir que en 1928 cuando ésto fue descubierto nadie había publicado nada sobre esas vasijas en Estados Unidos de donde copiar los motivos, y menos se sabía en esa zona de Santa Fe acerca de ese estilo cerámico de Africa.

En síntesis, la arqueología Afro en Argentina está por hacerse; es un tema abierto de grandes dimensiones teóricas y que nos obliga a reconsiderar lo que sabemos y a abrir nuestras mentes en lo que encontremos en el futuro próximo: a que el legado cultural africano en América sea un poco menos invisible.

BIBLIOGRAFIA

  • Andrews, George W.
    1980 – The Afro-Argentines of Buenos Aires 1800-1900, The University of Wisconsin Press,
  • Milwaukee. Burrison, John
    1978 – “Afro-american Folk Pottery in the South”, Southern Folklore Quarterly vol. 42, pp. 175-199. Carbajal, Raul1938 “La alfarería del arroyo de Leyes”, Entre los mocobíes de Santa Fe, pp. 213-227, S. de Amorrortu e Hijos, Buenos Aires.
  • de Aparicio, Francisco
    1937 – “Excavación en los paraderos de Arroyo de Leyes”, Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología vol. I, pp. 7-19, Buenos Aires.
  • D’Orbigny, Alcides
    1945 – Viaje a la América Meridional, Editorial Futuro, Buenos Aires.
  • Ferguson, Leland
    1992 – Uncommonn Ground: Archaeology and Early African America: 1650-1800, Smithsonian Institution Press, Washington.
  • Frenguelli, Joaquín
    1937 – Falsificaciones de alfarerías indígenas en Arroyo de Leyes, Santa Fe, Notas del Museo de La Plata no. 5, Imprenta Coni, Buenos Aires.
  • Furlong, Guillermo
    1935 – “Alfarería Mocobí”, El Salvador no. 104, pp. 20-22, Buenos Aires.
  • Jamieson, Ross W.
    1995 – “Material Culture and Social Death: African-American Burial Practices”, Historical Archaeology vol. 29, no. 4, pp. 39-58.
  • Klingelhofer, Eric
    1987 – “Aspects of Early Afro-American Material Culture: Artifacts from the Slave Quarters at Garrison Plantation, Maryland”, Historical Archaeology vol. 21, no. 2, pp. 112-119.
  • Outes, Félix
    1955 – El arte de los aborígenes de Santa Fe, Amigos del Arte, Buenos Aires.
  • Ravignani, Emilio
    1919 – “Crecimiento de la población de Buenos Aires y su campaña 1776-1810”, Anales de la Facultad de Ciencias Exactas vol. I, pp. 405-416, Buenos Aires.
  • Schávelzon, Daniel
    1997 – La cerámica de la población africana de Buenos Aires y Santa Fe (siglos XVIII y XIX), ponencia al XI Congreso Nacional de Arqueología Argentina, La Plata.
    1998 – “La cultura material africana en Buenos Aires: objetos y contextos”, en prensa en IIIer.a Conferencia Internacional de Arqueología Histórica Americana, Recife.
  • Serrano, Antonio
    1934 – Arqueología del arroyo de Leyes, prov. de Santa Fe, noticia preliminar a propósito de la colección Bousquet, Memorias del Museo de Paraná, Predassi Impresores, Paraná.
  • Stine, Linda; Melanie Cabak y Mark Groover
    1996 – “Blue Beads as African-American Culture Symbols”, Historical Archaeology vol. 30, no. 3, pp. 49-75.
  • Vlach, John Michael
    1990 – The Afro-American Tradition in Decorative Arts, Brown Trasher Books, The University of Georgia Press, Athens.
  • Watters, David
    1994 – “Mortuary Patterns at the Harney Cemetery, Montserrat, in Caribbean Perspective”, Historical Archaeology vol. 28, no. 3, pp. 56-73.
  • Wilde, José Antonio
    1966 – Buenos Aires desde 70 años atrás: 1810-1880, EUDEBA, Buenos Aires.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.