Artículo de Patricia Frazzi y Daniel Schávelzon publicado en Metodologías Científicas aplicadas al Estudio de los Bienes Culturales, pps. 488 a 492, publicación del Primer Congreso Argentino de Arqueometría, Rosario 27 y 28 de Octubre de 2005, editores Adrián Pifferetti y Raúl Bolmaro, Humanidades y Artes Ediciones, ISBN 987-22224-7-9, Rosario, Provincia de Santa Fe, Argentina.
Resumen
El día 9 de diciembre de 2004 se procedió a la apertura del muro que cubría el ataúd de quien se supone que es Facundo Quiroga. El trabajo arqueológico, hecho con todos los controles posibles, fue realizado a partir de la solicitud hecha por el Instituto de Investigaciones Históricas Juan M. de Rosas (15-12-2003) a la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, con el objeto de que su tumba fuera declarada Sepulcro Histórico Nacional. A partir de dicha solicitud se iniciaron varias investigaciones con el objeto de tener certeza de la presencia de los restos de Quiroga en el mausoleo que, en el cementerio de la Recoleta, se indicaba como el lugar donde fuera inhumado en 1836. (Fig. 1)
Sobre la base de esta primera solicitud el citado Instituto requirió autorización al Director de Cementerios de la Ciudad, Ing. Ernesto González (30-3-2003), para hacer una inspección con georadar en el interior de la tumba y una posible perforación si hubiera nichos en los muros; la base de esta solicitud era la antigua leyenda de que Quiroga estaba escondido en un nicho o agujero en los muros de la bóveda, aunque por cierto no había evidencia material o documental concreta alguna que lo probara.
Luego de haber encontrado el ataúd parado detrás de uno de los muros de la bóveda se hicieron observaciones sobre una placa funeraria que acompañaba el féretro.
Introducción
La primera inspección ocular en la bóveda, el relevamiento de las inscripciones en los ataúdes existentes en el lugar al igual que el registro de ingresos al cementerio, no daban indicación alguna de que esto fuera cierto. Es necesario recordar que Quiroga fue asesinado en Barranca Yaco en el año 1835 y finalmente llegaron sus restos a Buenos Aires en 1836 donde, previo entierro en la iglesia de San Francisco, su viuda hizo un primer sepulcro más modesto que el existente en la sección 14 del Cementerio de la Recoleta. El actual fue construido en 1870. El relevamiento del interior, de la arquitectura y de las inscripciones en los ataúdes, fue hecho por el Sr. Jorge Alfonsín, iniciador de todo este proyecto, y en ellos se confirmaba la inexistencia de un ataúd que pudiera atribuirse a Quiroga. Pero la existencia de cajones rotos y urnas sin inscripciones hacían casi imposible dar respuesta al interrogante.
A partir de este primer estudio se hizo el trabajo de lectura de los muros con georadar por los técnicos de la Comisión Nacional de Energía Atómica (22-7-2004), encontrando varias anomalías que podían entenderse como áreas vacías tras los muros. Este informe fue enviado a la Dirección de Cementerios el 5 de noviembre junto con la autorización del Sr. Leonardo Demarchi, propietario de la bóveda en cuestión. El 10 de noviembre la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos indicó su interés por tener la información necesaria para avanzar en la Declaratoria solicitada. La participación de la Directora del cementerio, Olga Stancato, ha sido fundamental para hacer posible estos trabajos.
Tomando en cuenta todas estas alternativas se decidió que el trabajo de identificación del sitio en que pudiera estar enterrado Quiroga, si es que estaba allí, fuera hecho con todo el rigor posible, con especialistas en la materia. Bajo la dirección del Dr. Daniel Schávelzon junto a un grupo de especialistas se programaron las tareas a realizar en el panteón con la anuencia de las autoridades del Cementerio, de las del Instituto Rosas, las de la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, de la Comisión Nacional de Monumentos y Lugares Históricos y de la familia De Marchi, actuales propietarios del lugar. El grupo de trabajo estuvo formado por el arquitecto Guillermo Paez, la arqueóloga Mónica Carminati, la conservadora Patricia Frazzi, la antropóloga física Bárbara Desantolo y colaboradores ad-honorem del Centro de Arqueología Urbana. Asimismo se solicitó al Dr. Omar López Mato colaboración bibliográfica y económica para sufragar los gastos que pudieran haber en este estudio.
La primera etapa de investigación consistió en identificar, con la lectura del georadar realizada por el Licenciado Mauricio Sacchi y el Sr. Alejandro García de la Unidad de Actividad Ensayos No Destructivos y Estructurales de la Comisión Nacional de Energía Atómica. El estudio se realizó con la finalidad de determinar la existencia de huecos u objetos ajenos a la estructura de la pared de la bóveda que pudieran ser detectados con esta técnica. Las tres paredes principales de la cripta fueron señalizadas con una cuadrícula utilizada como coordenadas donde se realizaron barridos transversales y longitudinales que se registraron en radargramas. El cambio de densidad de las imágenes registradas fue interpretado como la presencia de un posible hueco en una de las paredes. El plano del sito y una inspección ocular, que existía una clara anomalía en la bóveda al faltarle simetría al sitio, lo que era muy extraño para la época en que fue construido. Esta asimetría coincidía con el lugar indicado por el georadar como posible espacio vacío tras la pared. A su vez era evidente que todo el sitio había sido remodelado en el siglo XX, al parecer entre 1947 y 1950 según datos suministrados por el Sr. Alfonsín y la familia Demarchi, y no había evidencias materiales en los muros que indicaran nada fuera de lo normal.
El día jueves 9 de diciembre se procedió a hacer una perforación de 10 cm de diámetro ubicada a 1,50 metros de altura, tratando de no golpear o actuar con brusquedad sobre la pared; de inmediato se notó que el muro era de 9 cm de espesor y que atrás estaba hueco. Al completarse el primer agujero exploratorio se pudo ver un objeto metálico con color verde que se interpretó como un posible ataúd de bronce, colocado de pie. Esto fue observado por los colaboradores del proyecto y por el señor Carlos Francavilla, Director del Patrimonio Histórico del cementerio. (Fig. 2)
En base a esto se decidió que, tras permitir un tiempo de ventilación del sitio, proceder a abrir una ventana horizontal de 25 por 45 cm. Esto mostró que el muro era del siglo XX, con ladrillos 6 por 12 por 24 cm unidos con mezcla de cal y con una capa de cemento que la revocaba. Detrás estaba el ataúd de bronce, de pié, con diversos objetos que lo acompañaban. (Fig. 3)
El ataúd es de bronce, como se ha dicho, o de una aleación rígida similar con alto contenido de cobre por el color verde fuerte producto de su oxidación, y las juntas, hechas formando solapas parecen unidas con plomo, no soldadas. Está parado, sostenido por al menos un hierro clavado en la pared, de costado, que impide que se caiga hacia delante. Entre ese hierro y el frente del ataúd hay una cruz con un cristo, posiblemente de fundición, cromada, del siglo XX, suelta y sostenida por presión. En la parte superior hay una cruz de estaño, también del siglo XX, hecha en molde, muy alterada por el agua. En los pies hay diversos objetos que fueron imposibles de identificar por la altura de la ventana y la tierra y escombro que hay en el suelo. Hay que destacar que el agua cae en forma constante sobre el ataúd, goteando de manera permanente.
Parada a un lado se encontraba una cruz de hierro forjado con sus extremos de estaño, obra típica del siglo XIX, con un corazón de chapa de hierro en su centro, suelto y apoyado sobre ella, aunque es evidente que en origen estaba soldada sobre la cruz. Un brazo de la cruz había sido doblado para que cupiera en el lugar. Si bien toda la cruz estaba muy alterada, al igual que las otras dos que había en el sitio, se decidió retirar el corazón, cuya foto se anexa (fig. 4), ya que estaba en un estado terminal de destrucción, con las letras apenas legibles. Se realizó una inspección del objeto y previo a una prueba de solubilidad de la pintura de los restos de escritura se realizó una consolidación in-situ con Paraloid B72 al 3% en acetona, con el objeto de minimizar el proceso de oxidación y consolidar los restos de pintura sobre la chapa. Luego se lo embaló con materiales inertes para su traslado al Centro de Arqueología Urbana con el fin de realizarle más estudios.
Tras esto se procedió a cerrar la bóveda con un candado nuevo cuyas dos copias de la llave se entregaron al cuidador responsable y se realizó un acta formal describiendo lo actuado. La totalidad de los objetos hallados tanto en el interior de la bóveda como asociados al ataúd de quien creemos que fuera Facundo Quiroga, fueron dejados en el sitio, a excepción de esa placa metálica, entendiendo que se trata de objetos que no debían ser movidos del lugar por ningún motivo, a menos que su destrucción fuera inminente.
En el laboratorio se realizaron observaciones y pruebas básicas sobre la placa con el fin de obtener más datos sobre la misma. Se tomaron sus medidas (32 x 26 x 0,1cm) y se calculó aproximadamente un 15% de faltante de material. Se realizó una determinación del origen del aglutinante de la pintura con solventes de distintas polarida- des dando como resultado una pintura al aceite, posiblemente de blanco de zinc o plomo.
Para intentar una mejor interpretación de la escritura se calcaron los fragmentos de las letras sobre una filmina y se tomaron fotos con luz de Wood
Se detectaron cinco filas con las siguientes letras:
1- ..RT.RO….
2- ..TN…Z
3- FALLECI…
4- …DE ….
5- Ilegible
Por medio de la observación con lupa binocular con aumento 64X se observaron dos tipos de corrosión, óxido ferroso (negro) y férrico (naranja). (Fig. 5)
También se observó que el dibujo de las letras podría indicar el posible uso de la técnica de estarcido.
Todos estos datos fueron documentados en una ficha técnica junto a las recomen- daciones para su conservación.
Se solicitó a la Unidad de Actividad Ensayos No Destructivos y Estructurales de la Comisión Nacional de Energía Atómica una inspección de la placa ante la posibilidad de que mediante un estudio se pueda descifrar con más exactitud la escritura de la placa. El Ingeniero, Tulio Palacios, de la CNEA, informó que los especialistas en ensayos no des- tructivos por radiografía opinaban que no era posible observar las letras ya que los óxidos del metal enmascararían la información que pudieran arrojar los rayos X.
Queda claro también que todo el conjunto se halla en mal estado y que el agua terminará por destruir todo, los objetos y el ataúd, que presenta signos de corrosión, necesitando que se tomen medidas para su preservación y que Quiroga pueda des- cansar definitivamente en forma digna.
Aunque todos los datos y evidencias materiales llevan a la conclusión que el fé- retro encontrado pertenece a Quiroga se necesitan pruebas científicas para afirmar que los restos pertenecen fehacientemente a él. Estos estudios fueron sugeridos a la familia De Marchi, pero se respeta la deci- sión de sus descendientes de no tocar el ataúd.
Agradecimientos
Mario Silveira, Julieta Penesis, Alberto Campos, Micaela Dell ´Oca, Melina Bednarz y Marcos Rambla.
Bibliografía
Informes
- Certificado de titularidad del terreno en La Recoleta otorgado a perpetuidad al General Don Facundo Quiroga, 13 de diciembre de 1936 otorgado por la Dirección General de Cementerios el 8 de octubre de 2003, C.C. N9 72/2003.
- Informe técnico N2 IN- 13- E- 053- IN/04 de la Gerencia C.A.C. de la Unidad de Actividad Ensayos No Destructivos y Estructurales de la Comisión Nacional de Energía Atómica, aprobado por el Lic. Alberto Pastorini el 10/08/2004.
- Informe técnico del 30 de junio de 2005 de la placa encontrada en el féretro del panteón de Horacio Quiroga, Patricia Frazzi, Centro de Arqueología Urbana, FADUUBA, 2005.
- Alfonsín, Jorge Diversos manuscritos inéditos e información suministrada acerca de F. Quiroga, Buenos Aires.
Libros
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- Barba, Enrique, Quiroga y Rosas, Buenos Aires, Pleamar, 1974.
- Cárcano, Ramón, Juan Facundo Quiroga, Buenos Aires, Losada, 1960.
- Cronyn, J. M., The Elements of Archaeological Conservation, Routledge, London, 1990
- De Paoli, Pedro, Facundo: vida del brigadier general don Juan Facundo Quiroga, víctima suprema de la impostura, Buenos Aires, Plus Ultra, 1973.
- Gómez, María Luisa, La restauración, exámen científico aplicado a la conservación de obras de arte, Ediciones del Serbal, Barcelona, 1997.
- González, Joaquín, La tradición nacional, Buenos Aires, Hachette, 1957.
- Lafforgue, Jorge, Historias de caudillos argentinos, Buenos Aires, Alfaguara, 1999.
- Luna, Félix y colaboradores, Facundo Quiroga, Barcelona, 1999.
- Ortega Peña, Rodolfo y Eduardo Duhalde, Facundo y la monotonera, Ediciones del Pensamiento Nacional, Buenos Aires, 1990.
- Peña, David, Juan Facundo Quiroga, Buenos Aires, Hyspamérica, 1986.
- Saldías, Adolfo, Historia de la Confederación Argentina, Tomo III, Buenos Aires, Editorial Americana, 1945.
- Sarmiento, Domingo, Facundo (prólogo y notas de Alberto Palcos), Buenos Aires, ECA, 1962.
- Sease, Catherine, A Conservation Manual for the field archaeologist, Institute of Archaeology, University of California, Los Angeles, 1994 Zárate, Armando. Facundo Quiroga, Barranca Yaco. Juicios y testimonios Buenos Aires, Plus Ultra 1985
NOTAS
- Certificado de titularidad del terreno en La Recoleta otorgado a perpetuidad al General Don Facundo Quiroga el 13 de diciembre de 1936 otorgado por la Dirección General de Cementerios el 8 de octubre de 2003. C.C. N° 72/2003.
- Informe técnico N° IN- 13- E- 053- IN/04 de la Gerencia C.A.C. de la Unidad de Actividad Ensayos No Destructivos y Estructurales de la Comisión Nacional de Energía Atómica aprobado por el Lic. Alberto Pastorini el 10/08/2004.
- Informe técnico del 30 de junio de 2005 de la placa encontrada en el féretro del panteón de Horacio Quiroga -Patricia Frazzi- Centro de Arqueología Urbana- FADU- UBA.