Catálogo de planos de sitios arqueológicos de Mesoamérica

Catálogo de planos arquológicos

Artículo presentado en el Ier. Simposium sobre la Enseñanza de la Geografía en México, realizado entre los días 6 al 8 de mayo de 1982, realizado en la ciudad de México, y publicada posteriormente en la Memoria de dicho Simposium, en las páginas 140 a 150.

La presente ponencia tiene como objetivo fundamental el presentar ante un foro de geógrafos, un trabajo de investigación de tipo interdisciplinario, que creemos tiene estrechos contactos con la geografía: se trata del Catálogo de planos de sitios arqueológicos de Mesoamérica, trabajo que intenta compilar la totalidad de los planos de sitios prehispánicos, y los mapas regionales que los incluyen. Este proyecto, iniciado en 1975, y actualmente en proceso de finalización, ha reunido varios miles de planos y mapas, ordenados y clasificados, lo que conforma por su envergadura un material único para los investigadores interesados. Esta colección tiene como objetivo realizar un catálogo que no sólo muestre los planos en sí, sino también el propio proceso histórico de la categoría arqueológica.

El total de planos acumulados es vastísimo, ya que cubriendo todas las regiones, épocas y tipos de planos, son cerca de 3000; esta cifra nos da una idea de la dimensión del proyecto. Se incluyen tanto planos de sitios (cualquiera sea la amplitud que cada investigador le haya dado al “sitio”), secciones internas de ellos que agrupen una cantidad considerable de construcciones o montículos, y mapas regionales que incluyen más de un sitio arqueológico. Concretamente la región Maya, ya catalogada, tiene como 1800 planos que cubren unos 500 sitios arqueológicos.

En la actualidad no existe una compilación regional sistemática, de todas formas existieron intentos similares desde que en 1894 Leopoldo Batres trató de formar un Atlas. Este proyecto, continuado por Manuel Gario, sirvió para formar una Carta arqueológica de México, la que fue publicada muchas veces, en particular en el volúmen Estado actual de los principales edificios arqueológicos de México (Dirección de Arqueología 1928); esta carta incluía parte de los 1200 sitios conocidos a esa fecha. Otro caso digno de mencionar aquí, es el libro de Manuel F. Alvarez Mitla y la arquitectura nacional (1901), en el cual recopiló cronológicamente todos los planos existentes (casi un centenar) de Mitla, además de otros de Monte Albán y alrededores. En 1930 vió la luz otro trabajo importante, el Estudio comparativo de los monumentos arqueológicos de México, de Ignacio Marquina (libro fechado en 1928).

Mapa de la región selvática de la selva lacandona realizado durante sus expediciones arqueológicas de 1898-1900.

Mapa de la región selvática de la selva lacandona realizado durante sus expediciones arqueológicas de 1898-1900.

En 1939 se publicó el primer Atlas arqueológico de la República Mexicana (Marquina 1939), que ya incluía 2016 sitios listados, pero no los planos de ellos. Exactamente veinte años más tarde y por iniciativa de Ignacio Bernal, comenzaron a salir a la luz los tres primeros tomos del nuevo Atlas arqueológico de la República Mexicana; de éstos sólo salieron tres (y eran 31 los proyectados); corresponden a Quintana Roo (Muller 1959), Campeche (Muller, 1960), y Chiapas (Piña Chán 1967). Todos estos catálogos sólo incluían los planos más modernos (sin importar cuando habían sido realizados) pero no sus anteriores, ni cuál deriva de cuál, ni si estaba basado en otro o simplemente copiado, simplificado o aumentado. Todo este tipo de información podrá derivarse de nuestro actual trabajo de compilación.

Como bibliografía importante dentro del tema, debemos recordar algunos libros, como Arquitectura prehispánica de Ignacio Marquina (1951), aunque la mayor parte de los muchos planos incluidos fueron redibujados de los originales. Años más tarde, por mencionar algunas citas, tenemos otros trabajos que han incluido gran cantidad de planos de sitios arqueológicos, tales como los de Jorge Hardoy (1966, 1973 y 1975), George Andrews (1974) Gerdt Kutsher (1971) y la bibliografía ya publicada de este mismo catálogo.

Mapa 2

Debido a la enorme cantidad de planos existentes, hemos tenido que desarrollar clasificaciones del material para poder trabajar con ellos. Básicamente hemos apelado a los tradicionales sistemas cronológico – geográfico – culturales. Somos conscientes de sus deficiencias, pero por ahora no podemos elaborar otros mejores, salvo el de la propia cronología de los planos, es decir el organizarlos en base a la fecha de su realización. Las etapas propuestas son: los siglos XVII y XVIII, la primera mitad del siglo XIX, y la segunda mitad de ese siglo, pero teniendo en cuenta la notable diferencia entre los trabajos anteriores a 1880 y los posteriores. El siglo XX tiene diversas etapas: básicamente son 1900 – 1920; 1920 – 1950 y 1950-1980. Por supuesto esto varia según las regiones, ya que las grandes etapas del conocimiento cartográfico arqueológico no son mecánicamente iguales para cada zona. Por ejemplo, en la Cuenca de México los trabajos de Manuel Gamio son el inicio de una etapa distinta en la calidad de los relevamientos; en la región Maya, los trabajos de la Carnegie Institution a partir de 1920 indican un cambio similar, y así en cada región.

Otro problema fue la clasificación diacrónica – sincrónica de las culturas en función de sus áreas de desarrollo, su ubicación temporal, y el que los sitios arqueológicos fueron utilizados por varios grupos de diferentes épocas, quedando restos de todas ellas. Cuando se poseen planos de los diferentes períodos de ocupación del sitio fueron también compilados. La definición de “sitio” también nos fue de importancia, puesto que es ésta una definición histórica que ha cambiado a lo largo del desarrollo de la arqueología.

Otro punto que queremos destacar es el de la extensión del plano, es decir el área que cubre. Con total independencia del tamaño de la zona, éste puede cubrirla en su totalidad, puede hacerse hasta un límite artificial definido a priori (sistema tradicional en la región Maya), reducirlo a sólo un grupo de construcciones y varias posibilidades más. La importancia de este punto es también innegable y se complementa con el hecho de que en muchos casos, nuevos trabajos de sitios ya mapeados, sólo continúan con los planos existentes, ampliándolos sin constatar la fiabilidad de lo anterior y repitiendo viejos errores. Lo mismo sucede cuando se redibujan planos (por ejemplo en Atarquina 1951), en que se cae en modificaciones de dibujo que no respetan el original. Es importan te entonces saber cuándo nos estamos refiriendo al plano realizado con la información de campo, o cuándo es una copia (a veces simplificada) del original.

Otros datos complementarios son también dignos de tener en consideración para la clasificación y estudio de los planos. Debido al variado origen de éstos muchas veces no cuentan con orientaciones exactas, tal como no indicar si el “norte” es el real o el magnético. Otras veces nos faltan las escalas, o cortes longitudinales, o cotas de nivel, etc. Un caso histórico interesante es el de Maler, quien nos cuenta que sus extraordinarios mapeos de Yaxchilán y Piedras Negras los realizó “con brújula y midiendo con pasos”. Medio siglo después Frans Blom medía sitios a “pasos de mi mula”. Vale la pena comparar los planos de Blom de Toniná y Comalcalco con los actuales de la Misión Francesa, para ver que si las dimensiones no son iguales, las posiciones de los edificios son idénticas.

También vale la pena destacar los trabajos cartográficos pioneros en el siglo pasado, no solo por lo que significaron de esfuerzo, sino por lo ampliamente detallados que llegaron a ser: los mapas de Teobert Maler quedan como magnífica expresión de ello.

Al igual que los puntos tratados con anterioridad, existen muchos otros que podrían ampliarse y son de tener en cuenta. De allí que para la catalogación de esta planimetría, se realizó un modelo de ficha estándar que nos permite incluir todos los datos disponibles en cada caso. No nos resta mas que esperarla colaboración de los arqueólogos, geógrafos, historiadores e investigadores para que esta colección se publique lo mas completa posible.

Mapa detallado de la región chiapaneca de Guaquitepec – Tenejapa, compilado en 1954 por Frans Blom tras treinta años de trabajos de investigación antropológica en la zona.

Bibliografía publicada

Daniel Schávelzon

  1. “Catálogo de planos de sitios arqueológicos de Mesoamérica”. XVII Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología, San Cristobal, México, 1980.
  2. Planimetría arqueológica de Teotihuacan. Catálogo de la exposición, Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, México, 1981.
  3. Planos de sitios arqueológicos de Mesoamérica: Exposición. Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAN, México (en prensa), 1982.
  4. “Catálogo de planos de sitios arqueológicos de Mesoamérica”, presentado en el Encuentro sobre La docencia, la investigación y la práctica profesional de lo urbano en México, UNAM 1982.

Notas sobre el catálogo de planos arqueológicos

“Mexiko-Stadt: ein katalog mesoamerikanischer archaologischer karten”. Mexikon, vol. VIII, no.3, pp. 38-39, Berlín, 1981.

«Open letter», RCA: Research Center for the Arts Review, vol. IV, no.3, pp. 11-12, San Antonio, Texas, 1981.

«Cooperation request…», LAAG NEWSLETTER, vol.1, no.3, Washington, 1981.

«Mesoamerican Site Plans», Archaeostronomy, vol. IV, no.2, Maryland, 1981.

«Aviso a los arqueólogos: catálogo de planos de sitios arqueológicos». Boletín de la Escuela de Antropología de la Universidad de Yucatán, vol. 46-7, pp. 87-88, Mérida, 1981.

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